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Actualización de madrugada

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Lugar: Cantabria, Spain

jueves, 8 de julio de 2010

FIRMAS: Isabel San Sebastián, Luis María Ansón, Raúl del Pozo, Erasmo, Lucía Méndez, Gina Montaner



Zapatero embustero

CANELA FINA

Da asco

Luis María Ansón

Publicado el Jueves, 8 de julio de 2010

Da asco, sí, da asco. La inmensa mayoría de la clase política española es seria, responsable y honrada. Pero son demasiados los casos de corrupción que, semana tras semana, día tras día, aúllan entre los tobillos de los medios de comunicación.

A la política en España, a diferencia de lo que ocurre en otros países, se dedican, salvo excepciones, segundas y terceras filas. Los hombres y las mujeres más capaces están en la empresa, en el periodismo, en la banca, en la abogacía, en la cultura... No en la política. Hay ministros y ministras que no pasarían de auxiliares de redacción en este periódico. La mediocridad de la clase política española produce pasmo. Y, claro, muchos de nuestros políticos se deslumbran cuando se encaraman en sus cargos. Se convierten de la noche a la mañana en nuevos ricos y se dedican a derrochar el dinero público del que disponen. Hubo una ministra que hacía senderismo, a la que picó una avispa en la sierra madrileña y ordenó que acudiera a recogerla un helicóptero para llevarla al hospital.

Aparte del despilfarro desbocado, no son pocos los políticos que saben que, al término de la mamandurria pública, no tendrán dónde caerse muertos. Se dan cuenta de que nadie les contratará, que carecen muchas veces de oficio, casi siempre de beneficio. Y, por supuesto, la tentación de la corrupción llama a sus puertas. Son las voces de la escombrera, los olores del estercolero. Se trata de acumular dinero durante el ejercicio del cargo público para vivir cómodamente después, cuando se pierda el privilegio.

La política como negocio se ha impuesto en sectores cada vez más amplios de la vida española. Ese es el fondo de la cuestión. Esa es la podredumbre. El pecunia non olet de Vespasiano a Tito se ha generalizado de forma alarmante en la vida pública española.Cada vez son más los ciudadanos que se dedican a la política, no para servir al bien común, sino para hacer negocio. También son muchos los empresarios torticeros que, para conseguir contratos, derraman sobre los cargos públicos el maná de las comisiones y las mordidas.

Sólo una legislación implacable contendrá este cáncer que enferma a la sociedad española. Hay que multiplicar por cinco, por diez, las penas a los políticos que cedan a la corrupción o la estimulen con dinero público. El castigo ejemplar no impedirá que se produzcan nuevos casos albañales pero disminuirá su número y su alcance.

La opinión pública española considera que los partidos políticos constituyen el tercer problema, entre los más preocupantes de la vida nacional. Parece lógico que la crisis económica, el paro, la vivienda, el terrorismo, la inmigración, atribulen a los ciudadanos. Pero que los partidos políticos ocupen lugar destacado entre los grandes problemas nacionales, cuando deberían ser su solución, es para llorar.

Y como los partidos políticos resultan imprescindibles en el funcionamiento de la democracia pluralista; y como el siglo XX nos demostró lo que ocurre cuando se cuartean; y como fue espantosa la aparición del fascismo, del comunismo, del nazismo, del franquismo, más vale que nos esforcemos entre todos en alentar una legislación que devuelva la credibilidad de la clase política ante una opinión pública, cada vez más atónita y descorazonada.

Luis María Anson es miembro de la Real Academia Española

LA TRASTIENDA

Hambre de patria

Isabel San Sebastián

Publicado el Miércoles, 7 de julio de 2010

Esta España escarnecida por el Gobierno, disimulada por la oposición, agredida por el nacionalismo empeñado en desmembrarla, desamparada por el Tribunal Constitucional, ha encontrado finalmente quien escriba su nombre en letras doradas: unos futbolistas que los ciudadanos contemplamos como símbolo gozoso con el que identificar nuestra esencia. Como una bandera capaz de unirnos a todos en pos de un proyecto común y compartido. Como un potente factor cohesionador de la conciencia nacional que habita en lo más profundo de nosotros, aunque muchos se avergüencen todavía de reconocerlo.

Ellos y otros atletas de su talla nos rescatan de la frustración a la que nos aboca la crisis de liderazgo

A falta de dirigentes dispuestos a defender sin complejos la causa de la Nación española, nos refugiamos en Casillas, Villa, Puyol, Alonso o Ramos, cuyas victorias en el campo celebramos como propias. Proyectamos en ellos ese hambre de patria que ningún gran partido político ha sabido encauzar a través de un discurso democrático valiente, entusiasta y a la vez de altura, reivindicador del orgullo de ser español. Saciamos en el espíritu combativo de esos chicos, en su juego en equipo, esa sed de hazañas que arrastramos desde hace siglos, con pequeños paréntesis luminosos como el de la Transición. Ellos, Rafa Nadal, Pau Gasol y otros atletas de su talla, que sitúan en el mundo el nombre de España en el lugar que le corresponde, nos rescatan de la frustración a la que nos aboca la bestial crisis de liderazgo que padece nuestra vida pública. ¡Gracias les sean dadas!

A la hora de escribir esta columna ignoro si el pulpo Paul habrá acertado en su pronóstico, catapultándonos a la final del Mundial, pero constato que, sea cual sea el resultado de la contienda, ya hemos ganado. La rojigualda ha ondeado en millones de balcones para disfrute de los viandantes. Cataluña, el País Vasco o Galicia han seguido con el alma en vilo los progresos de la Selección, exactamente igual que el resto del país, dando la espalda a sus presuntos representantes secesionistas. La juventud en bloque ha vibrado con los colores patrios.

Si hubiera una fuerza capaz de sintonizar con ese sentimiento y llevarlo al terreno de la política; de emplear un lenguaje comprensible para esos muchachos que acaban pasando de todo porque se sienten completamente ajenos a los tejemanejes del poder; de imbuirse del ánimo de esos deportistas, impregnarse de su fuerza, absorber los valores que guían la conducta de nuestro inconmensurable tenista balear en la cancha y fuera de ella...¡Qúe grandes podríamos llegar a ser!

EL RUIDO DE LA CALLE

Giuliana

Raúl del Pozo

Publicado el Jueves, 8 de julio de 2010

Los Calvo Sotelo tienen nombre de avenida y de monumento funeral. Son muchos y siempre han mandado. Pertenecen a la casta ilustrada; se casan unos con los otros en la endogamia de los dos partidos gobernantes. Normalmente ilustrados, entre la reacción y el krausismo, asisten a los colegios-estudio y no son tan de derechas como suenan, si quitamos al primero y al que más retumba en la historia de España, José, cuyo asesinato detonó aquella guerra civil que, según me decía Camilo José Cela, fue tan divertida.

A Leopoldo, irónico y algo renco, le dieron un golpe de Estado el día en el que el Rey se ganó la Corona. Luego, mientras tocaba el piano en el meublé de Moncloa desenroscó los últimos tornillos de la dictadura y organizó el juicio a los golpistas. Leopoldo evolucionó, sin degenerar, a posiciones liberales desde la pureza del joven sin descapullar que recibió a pedradas a Rita Hayworth en el striptease de un cine de la Gran Vía de Madrid.

Joaquín hermano del protomártir, diplomático, académico, escribió 70 obras de teatro ( La muralla, Una muchachita de Valladolid...) Luego, hay un Alex Calvo Sotelo, cineasta, hijo de Joaquín y Giuliana. Y en el zapaterismo surgió como ministra de no sé qué Mercedes Cabrera, sobrina de Leopoldo, sobrina nieta de José.

Uno de los últimos Calvo Sotelo -Joaquín, otro- hombre de la banca, murió anteanoche en La Castellana, sobre una moto, en un paso de peatones. El motero sufrió un infarto que lo dejó seco. Tiene la cosa huevos: murió en la avenida coronada por el monumento a su tíoabuelo, el protomártir.

Esa muerte ha sido un súbito golpe para Giuliana Arioli, la mejor de la familia, una matrona romana a la que le entregó las arras cuando era una bellísima adolescente. Joaquín, de los Calvo Sotelo de toda la vida. Algunos tienen alma, otros sólo vida, Giuliana tiene alma y ángel. Es una mujer extraordinaria. Hace lasaña acariciando la masa al estilo de la lagum que volvía loco a Cicerón, cuando cenaba en casa de Lúpulo en compañía de Pompeyo.

Los entendidos, con Ágatha Ruiz de la Prada a la cabeza, cuentan que Giuliana adereza la mejor pasta desde que Marco Polo trajo de China esa manera de cocinar la harina, incluso mejor que la que hacían Leonardo y Botticelli en Los tres caracoles. Giuliana fue una reina de las noches de la bohemia. No sólo guardó su casa e hizo lasaña, sino que participó en la vida intelectual. Nunca se limitó a ser un apellido o un gentilicio. Ahora, cuando no hay muertos, sino actos sociales de pésame, le envio a mi amiga Giuliana un fuerte abrazo.

Leopoldo Calvo Sotelo, que la adoraba, solía decir: «No seáis cursis; no le digáis 'Yuliana', llamadla como debe llamarse: 'Juliana'».

ZONA FRANCA

La Habana y el dolor de la libertad

Gina Montaner

Publicado el Jueves, 8 de julio de 2010

Hace años conocí en París al disidente ruso Vladimir Bukovsky, liberado en 1976 después de un largo presidio político tras un canje entre Augusto Pinochet y el Gobierno soviético. Una fría madrugada, Bukovsky fue entregado en Suiza a cambio del líder comunista chileno Luis Corvalán. Los dos opositores fueron intercambiados como si se tratara del trueque de una mercancía defectuosa condenada al exilio. Hoy, con los acontecimientos que están sucediendo en Cuba a raíz de la mediación de la Cancillería española y la Iglesia cubana con el régimen de La Habana, inevitablemente recuerdo su impactante testimonio.

Si algo han demostrado los sistemas dictatoriales es su capacidad de transformar a las personas en marionetas zarandeadas. En las sociedades cerradas -como es el caso de Cuba-, sólo un puñado de individuos se atreve a discrepar públicamente y a oponerse a los atropellos constantes. Y es a esta disidencia a la que hay que perseguir, encarcelar y finalmente aniquilar antes de que prenda su mensaje subversivo. Si no, de qué otra manera podría perpetuarse en el poder un gobierno ineficaz y cruel cuyos ciudadanos son los habitantes de una inmensa cárcel rodeada de mar.

Después de medio siglo de tiranía, los hermanos Fidel y Raúl Castro repiten una vez más la fórmula del disidente como objeto que se regala. O sea, la cosificación del opositor, negándole atributos humanos que pasan por la toma de decisiones y el ejercicio de su autonomía, convertido en ente deportable, sin derechos y a punto de abordar un avión con un billete sin retorno.

Siempre hay que alegrarse de la liberación de hombres y mujeres que han sido injustamente encarcelados por expresar opiniones contrarias; sobre todo, si han padecido condiciones tan infrahumanas que otros disidentes se han visto obligados a recurrir a huelgas de hambre para presionar internacionalmente y denunciar el horror del castrismo. Porque el fallecimiento del preso de conciencia Orlando Zapata y el estado grave en el que se encuentra el disidente Guillermo Fariñas no han sido sacrificios en vano, sino los gestos nobles de quienes ya no tienen nada que perder.

Por eso cualquier prisionero que es liberado y ve la luz de día es motivo de júbilo por parte de los demócratas del mundo.

Pero es desolador, y me resulta inevitable recordar a Vladimir Bukovsky y su canje en la neblina de Zurich, comprobar que a estas alturas lo único viable sigue siendo el opositor que se obsequia al amigo de turno, previa negociación desigual y tenebrosa de la dictadura con el recluso. Son las presiones para que éste y sus familiares abandonen el país.

Las revisiones médicas de última hora para poner a punto los organismos maltrechos de quienes hasta ayer morían lentamente en sus celdas. Las visitas de noche a las Damas de Blanco para forzar la salida por la trastienda de estas impertinentes aguafiestas. Eso es lo terrible y desgarrador medio siglo después. La calle sigue siendo de los Castro y no del pueblo.

No volví a ver a Vladimir Bukovsky pero hoy me permito robarle el título de su lacerante libro titulado El dolor de la libertad, donde relata aquel canje humillante. Y luego el desconcierto cuando comprendió que al fin era dueño de su destino. Y al poco tiempo la constatación de que alcanzar la libertad duele. Es inevitable recordarlo, aunque viniera del frío. Hoy toca decirle adiós al trópico por la puerta de atrás y de camino al destierro. Como si la culpa fuera de ellos. Qué tristeza.

CONJETURAS

Paul

Erasmo

Publicado el Jueves, 8 de julio de 2010

Genial. Ese pulpo adivino. Alemania, inquieta con sus certeros augurios. País del materialismo histórico, del materialismo dialéctico, del pensamiento científico, tan inmensa cordillera de pensadores, Kant, Hegel, Marx, Adorno et alii y sobrecogidos por este 'octopus' que vaticinó todas las victorias balompédicas de Alemania (y las derrotas: ante Serbia, acaso ante España). Mas: su inmenso cerebro, y único animal con sentido del humor, cuantos pueden jactarse de canción de Beatles (Octopus' garden). El oráculo de Paul.

ASUNTOS INTERNOS

Del Bosque da suerte a ZP

Lucía Méndez

Publicado el Jueves, 8 de julio de 2010

Algunos maliciosos portavoces en el Parlamento Europeo echaron en cara al presidente del Gobierno el fracaso de su España frente a la de Del Bosque, Casillas y Piqué, pero lo cierto es que es la misma España. Y Zapatero, sin esperarlo y puede que sin merecerlo, será el único presidente del Gobierno español que haya asistido hasta la fecha a la final de un Mundial. Quién sabe cuando tendremos una segunda oportunidad. Si ganamos el Mundial de Sudáfrica, él también ganará porque además es el ministro de Deporte. En el peor momento político de su carrera, los increíbles jugadores de la selección se han cobrado la venganza con el famoso diferencial alemán.

Aprovecha que Rajoy deja plena libertad a todos los dirigentes del PP para que hagan lo que les dé la gana

Es imposible que cuando el árbitro pitó el final del partido, Zapatero no se acordara de lo canutas que se las he hecho pasar Angela Merkel en los últimos meses. Llegar a la final es una gesta y como tal, supone un respiro para los españoles en medio de la peor crisis. No es que de pronto nos vayamos a olvidar de los cuatro millones y medio de parados, pero la gente salió ayer a las calles a festejarlo y a tirar cohetes porque de alguna manera, la selección nos ha dado un chute de autoestima cuando más necesitados estábamos de una alegría. Aunque fuera futbolística, o sobre todo porque es futbolística, y el fútbol es una emoción muy superior a unas elecciones generales.

Cuando Zapatero fijó la fecha del debate del estado de la Nación para la semana que viene, algunos comentarios subrayaron que lo hacía después de la final del Mundial por si colaba. Aunque entonces parecía una broma, lo cierto es que ha dejado de serlo. Si España gana el Mundial el próximo domingo frente a Holanda, lo cual no es imposible ni mucho menos, Zapatero afrontará la sesión de muy distinta manera. No se va a librar del rapapolvo de todos los portavoces, sin excepción, pero se aprovechará de que el ánimo de los españoles aún estará inflamado de la alegría de ver a Casillas alzando la copa y no de cabreo contra la gestión de Zapatero.

Lo que sucede en torno a esta selección, además, no es habitual. En medio de un desencanto general de los españoles con la clase política, cuando no nos podemos sentir precisamente orgullosos ni del Gobierno, ni de la oposición, ni del Poder Judicial, ni de los sindicatos, un grupo de futbolistas está dando ejemplo de todos los valores que nos faltan en otros campos. Valentía, solidaridad, esfuerzo, inteligencia, humildad, fortaleza y unidad. Del Bosque for president

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